SECCION: ESPECTACULOS PAG. 39 CABEZA: ZONA DE TOLERANCIA CREDITO: CESAR SILVA GAMBOA Si la recuerdo bien, nadie daba un quinto por ella. Desde luego que no era una de esas bellezas que uno saca a bailar a la primera, y ni mucho menos una de esas chicas que a uno le gusta estar paseando por cualquier parte, pero hoy que viene a mi memoria creo que no era para tanto. Ahi estaba ella, escondida hasta el fondo de la sala, sentada sin decir una sola palabra, solo sonreia de vez en vez. Cuando la fiesta subio de calor y no habia quien no estuviera ya a la caza de alguna dama, alcance a verla pase ando de un lado a otro, entre las parejas danzantes y fajantes, con su vestido negro, amplio, hasta los tobillos, sin que nadie le echara un lazo. No era joven, al menos no como nosotros, pero se notaba a las claras que el desmadre le encantaba, solo que no encontraba con quien, no conocia a nadie. Yo, por mi parte, andaba sobre una cara de modelaje, pechuga de repisa y remos para aguas profundas. "Dame chance de bailar una", me decian. "Ni madres", era mi respuesta invariable. Pero como sucede siempre con las reinas, o con las que se creen, sacarle al faje, que a esas alturas del reventon ya era obligado, fue practicamente imposible: "Mejor apunta mi numero. Hablame, nos vemos manana, a ver a donde nos vamos". Claro, nada gratis. Despues de esa respuesta, o propuesta, no tardo mucho en irse dejandome chiflando en la loma, en tanto que los demas ya no soltaban a su prenda e incluso se la raptaban a no se que lugares. No habia de otra, la dama de negro era la unica alternativa para alguien que ya estaba en ple na calentura. Y ese era yo. La pesque al vuelo cuando se paseaba entre los danzantes, la tome de las manos y con movimientos ritmicos la invite a bailar. Ni siquiera lo dudo, creo que era la primera que bailaba. Serian 15 o 20 minutos los que pasamos dandole duro al baile de a tamalito, hasta que ya no resisti mas y entone el canto a la nacha. Bella rola que a veces provoca cachetadas o descolones, pero esta vez no. Y mas pronto de que lo cuento ya estabamos en el Hotel Maria Cristina (Lerma 31, Cuauhtemoc. N$ 185). Ahi, con la luz prendida, pude ver al fin bien su rostro. Temi arrepentirme, pero ella al pie de la cabecera empezo a desnudarse con calma insinuante, sensual, cachonda. No la perdia de vista, mi estado brameico se estaba consolidando. El vestido negro abandono su cuerpo y ya no pude titubear mas, con esas curvas traseras solo quedaba embestir. Vino el descenso del sosten y me asome, por primera vez, a unos pezones del tamano de un pulgar. Por unicos, me atrajeron como el iman al metal, ya no me p ude despegar de ellos en toda la noche. No hubo tregua, cada que decidia yo descansar un rato, los veia y pa/rriba de nuevo. Hubo puro sexo y tambien hubo el sexto. Por la manana la observe vestirse y aprecie por ultima vez su espectacular trasero, envidia de muchas caras bonitas. No la volvi a ver. La recuerdo porque hoy quise que la suerte regresara y ligue nuevamente a la menos agraciada. Pero nada se repite, la desgracia tambien estaba bajo sus ropas. Uno y ya, cumpli nomas por valiente y entonado, pret exte falta de condones y sali... y aqui estoy, inflandolos en la banca de un parque. .