SEC. INF. GRAL. PAG. 8 CABEZA: Corromper la corrupcion CREDITO: ueda en semi corrupcion, pero la voluntad transgresora permanece, la decencia ha sido de todos modos puesta a prueba. Es cierto que la tentacion corruptora siempre ha existido, desde el modesto y celebre plato de lentejas, de constancia biblica (Genesis, 25, 30-34) hasta el gran destape que hoy mismo se lleva a cabo en Italia (manos limpias versus cuentas sucias). En un pasado, no tan lejano, la corrupcion no habia alcanzado una dismension universal. Ahora, en cambio, la corrupcion es una verdadera multinacional, se ha extendido como una filtracion infame y llega a todos los niveles y latitudes; comprobacion que solo atane , necesariamente, a las operaciones que toman estado publico, pero ¨y las que no? Si la marea ha involucrado a personajes aparentemente intocables, como el arzobispo Paul Marcinkus, banquero de Dios o al presidente brasileno Color de Mello, todo se vuelve verosimil. La desconfianza popular se extiende casi a la misma velocidad que la corrupcion, y tal como era previsible, empiezan a pagar justos por pecadores. Antes habia que comprobar, verificacion mediante y en calidad de excepcion, la deshonestidad denun ciada; ahora, en cambio, hay que demostrar y justificar la honestidad como si fuera (por fortuna todavia no lo es, pero va camino de serlo) la excepcion que confirma las nuevas reglas. Y eso es mas grave de lo que parece. Es grave, entre otras cosas, porque el menosprecio hacia la etica puede convertirse en paradigma. La etica es corrientemente definida como la doctrina de las costumbres, pero cuando la corrupcion se convierte en costumbre genera inevitablemente una falsa etica: quien se resiste a entrar en el juego sucio es un debil, un timido, un estupido. La esceptica comprobacion de Seneca: "Los que antes fueron vicios, ahora son costumbres" podria ser un diagnostico de este fin de siglo. Cuando el quehacer deshonesto excede los limites del binomio corruptor/corrupto, y se lo admite como un componente de la sociedad, ello no significa que esta obligatoriamente se inscriba en el mal habito, pero si que paulatinamente lo va aceptando como algo inevitable. Por otra parte, la comunidad no deja de advertir que los dineros mal habidos, en especial cuando el trasiego permanece impune (y desgraciadamente ocurre con frecuencia), permiten un nivel de bienestar y hasta de lujo, dificiles y hasta imposi bles de conseguir mediante el trabajo legal, autorizado. Como si el Estado de bienestar y el Estado de corrupcion fueran sinonimos. Ahora bien, ¨como transgredir esa corrupcion transgresora? Ya no en lo referente a este tema, pero si en otros aspectos de la vida comunitaria, la sociedad, o a veces el mero azar, generan inesperados contravenenos. Hace algunos dias lei, con cierto estupor (La guerra de Gila en Alemania. EL PAIS, 12 de marzo), que en la poderosa y reunificada Alemania los recortes de presupuesto han generado una situacion critica, verdaderamente original: el Ejercito teuton ya no tiene suficiente asignacion para balas ni p ara uniformes de reclutas; ni siquiera calderilla para proveer de papel y lapiz a los instructores. El informe agrega que las carencias de municiones tienen una compensacion bastante imaginativa: cuando un soldado dispara, ya que no tiene balas, debe decir "peng, peng!", siempre que este utilizando un arma ligera; en cambio, si se trata de un carro de combate, la tripulacion debera repetir a coro: "bum, bum!". Ante semejante metafora acustica se justifica el paralelismo con la desternillante guerra de Gila. Creo, sin embargo, que esta novedosa adopcion de onomatopeyas armadas en el campo estrictamente militar podria ser el origen de eficaces medidas en pro de la distension y la paz. Solo falta que la ahora desahogada ONU o la siempre benemerita OTAN logren que el enemigo (cualquier enemigo, no importa cual) ordene a sus tropas que en vez de disparar balas y misiles de antiguo cuno griten "pif, pif!", si se trata de armas ligeras, y "paf, paf!", si son carros de combate. Todo andaria mejor, que duda cabe, con el humor corrompiendo la guerra. Otra removedora, quiza paradojica noticia, es que en el trajinado asunto de la casa de los horrores de Gloucester se esta usando, con notorio exito, un radar que detecta cadaveres. Al parecer, es la primera vez que el aparato se usa para buscar restos humanos. ¨No seria interesante que la policia britanica, una vez concluido el rastreo de las victimas del abanil Frederic West, cediera en prestamo el utilisimo georradar al gobierno argentino para que este pueda a fin detectar donde estan los cadaveres (por l o menos, algunos) de los miles de desaparecidos bajo la ultima dictadura? ¨Acaso la reciente incorporacion de Argentina al Primer Mundo, confirmada por el presidente Menem, no merece esa muestra de solidaridad britanica, como minimo resarcimiento por la ocupacion de las Malvinas, esas lejanas hermanitas del invicto Gibraltar? Siguiendo ese mismo rumbo de soluciones ineditas, quiza encontremos la forma de transgredir la corrupcion transgresora. ¨O acaso es licito admitir, en un colmo de escepticismo, que el ser humano es congenitamente deshonesto y que la perspectiva de retrotraerlo a la vieja, desacreditada decencia, es solo una utopia destinada al fracaso? Hace algun tiempo, el poeta chileno Gonzalo Rojas escribio estos versos inquietantes y esperanzados: "Estemos preparados. Quedemonos desnudos/ con lo que somos, pero quememos , no pudramos/ lo que somos. Ardamos. Respiremos/ sin miedo. Despertemos a la gran realidad/ de estar naciendo ahora, y en la ultima hora". Segun el diccionario, la primera acepcion de corromper es "alterar y trastocar la forma de alguna cosa". Quiza la solucion sea entonces corromper la corrupcion. Pero como. Ya que amenaza con convertirse en regla de una sociedad fragil, malherida, sin alicente moral, apostemos decididamente a la excepcion. Ahora que la humanidad parece haberse salvado (¨hasta cuando?) de las armas nucleares, no dinamitemos nuestra convivencia, "no pudramos lo que somos", como alerto el poeta. Una buena manera de desarbolar la corrupcion es corromperla con la honestidad. En la renovada obsesion de gobernantes y gobernados por el Estado de bienestar cunde un peligroso malentendido: que el anhelado bienestar solo se compone de bienes y disfrutes materiales y que su obligado surtidor es el mercado de consumo. Nadie menciona, ni por equivocacion, el bienestar de la conciencia, la salud de los estados de animo, la necesidad de ocio, la recompensa del goce. Nadie incurre en la blasfemia de decir: basta de besos pontificios al duro pavimento y un poco de comprension vaticana a los tiernos derechos del placer. Por otra parte, es obvio que la religion no aporta soluciones minimamente eficaces contra la corrupcion, ya que esta, como tantos otros pecados, veniales o mortales, se purga con oraciones penitentes. Despues de todo, aun 550 padrenuestros extramuros son harto mas soportables que tres lustros intramuros. Quiza por eso, los grandes corruptos, como los grandes represores (general Videla et alii), suelen ser devotos lectores de vidas de santos. El malestar de la conciencia no es una consecuencia despreciable; de ahi que de vez en cuando aparezcan, aqui o alla, corruptos que se suicidan. Siempre se trata de casos en los que, a escala individual, el malestar de conciencia supera con creces al bienestar material. Muy distinta es la contienda cuando ocurre en ciudades, regiones, o paises (Los Angeles, Surafrica, Somalia, Chiapas, Hebron), donde malviven conglomerados sociales o grupos etnicos que se cansan de morir o de ser castigados. la diferencia e sta a la vista. Los pueblos no se suicidan. Mas bien estallan. Hace pocos dias visite, en Alicante, la muestra (Trabajadores. Una arquologia de la era industrial) del notable fotografo brasileno Sebastiao Salgado, que me parecio un formidable esfuerzo destinado a corromper, no solo la currupcion, sino tambien la injusticia, la explotacion, la xenofobia, el asco ante la solidaridad, el rechazo del otro. Y de corromperla con un instrumento sencillo: la verdad en imagenes. Ningun argumento intelectual, ningun analisis sociologico, ninguna inclemente estadistica, pueden al canzar la fuerza incriminadora de esa escalofriante galeria. En sus paginas liminares, Salgado sintetiza el sentido de la muestra: "El planeta, dividido siempre. El Norte en una nueva crisis, la del exceso. El Sur, cada vez mas hundido en la de siempre: la carencia". Esa muchedumbre de buscadores de oro, en Serra Pelada, Brasil, solo comparable a las imagenes que en 1861 crear Gustave Dore para el Infierno, de Dante; pero sobre todo la inesperada comprobacion de que el protagonista de la muestra no es el casi mitico concepto del trabajo, sino el cansancio, el profundo e incurable cansancio que asoma en los rostros de esos projimos aniquilados por brutales, interminables faenas, todo ello significa una certera estocada en el duro corazon del Primer Mundo; un modo de deci rle a las siete naciones mas ricas (y tambien a las que se hacen zancadillas en la segunda fila) que buena parte de sus cuantiosas fortunas, sus hijos insultantes, y hasta su famoso Estado de bienestar, en buena parte son posibles gracias a esa humanidad que en suelos y subsuelos, en montanas y rios, va dejando jirones de su vida invivible. Ya que aqui no podemos apelar a las imagenes de Salgado, recurramos de nuevo a sus palabras: "Crear un mundo nuevo, revelar la nueva vida, recordar que existe un limite, una frontera para todo excepto para el sueno humano". ¨No seran justamente los suenos, y sobre todo el contagio de esos suenos sin limite, el ultimo recurso que se reserva la humanidad para corromper la corrupcion? Tomado de El Pais .