SECCION: INFORMACION GENERAL PAG. 4 CABEZA: CENSURAR O REFORMAR CREDITO: FABRIZIO MEJIA MADRID La reaccion que La Jornada manifesto en dias recientes contra las declaraciones de algunos intelectuales que pedian se valorara el papel que la violencia verbal tiene en la perpetuacion del clima de violencia politica en Mexico me parece desmedida. Segun el editorial de este diario, si la opinion publica exige informacion verdadera y sin excesos esta pidiendo ocultamiento, "fraude informativo". Mas aun, nos presentan a los intelectuales que disienten del elogio de la violencia como figuras oscuras que pudie ran estar vinculadas a supuestas intimidaciones que en estos dias ha recibido ese periodico y, con base en esta suposicion, reafirman su postura a favor de la libertad de expresion. Me parece que sus argumentos son discutibles en mas de un sentido. En primer termino, creo que no seria sano equiparar la libertad de expresion con la verdad a medias. Por ese camino acabariamos por darle a Erika Vexler el Premio Nacional de Periodismo porque, en legitimo uso de su libertad de expresion, nos hizo creer que la Gu erra del Golfo Persico conduciria a la guerra nuclear. La cobertura que los medios impresos hicieron de la guerra chiapaneca fue profesional en comparacion a la de la television, pero incurrio en varios excesos: la invencion de los bombardeos al sur de San Cristobal que el reportero Ricardo Aleman de La Jornada desmintio dias despues; la produccion de la figura del subcomandante Marcos como justiciero antes que violento, dicharachero antes que responsable, carismatico antes que ambiguo; y, por ende, la exal tacion abrumadora del reportaje que editorializaba, de la caricatura que no hacia reir sino sonar en volantes setenteros, la cabeza que no guardaba relacion alguna con la nota que le seguia. El animo de opinar nublo en varios casos la voluntad de informar. No fue, sin duda, un asunto concentrado solo en La Jornada sino que se difumino por diarios y revistas desde Quehacer politico hasta Epoca. La responsabilidad que tienen los periodistas en una sociedad escindida como la nuestra es la de optar por el derec ho a la informacion de sus lectores antes de cualquier devaneo analista o literario propio. Por ello me extrana que haya sido Sergio Aguayo Quezada uno de los inconformes con las declaraciones de Octavio Paz y Aguilar Camin. Entre la marana de opinadores a la ligera y elogiadores de los violentos, Aguayo fue uno de los pocos columnistas razonables que puso en su justa proporcion la violacion de derechos humanos en Los Altos de Chiapas. Pero los que, como Aguayo, reaccionaron con responsabilidad social a la guerra chiapaneca se pueden contar con los dedos de las manos. La mayor parte de la prensa busco la declaracion extraordinaria, el dato no comprobable, con el objetivo de vender. Como meta, vender no es por si mismo criticable, pero los metodos para llegar a tirajes y anunciantes mayores deben ser sancionados por la sociedad, sobre todo cuando informar y vender se plantean como asuntos opuestos. Es decir, la discusion entre intelectuales y prensa no cruza los terrenos de la libertad de expresion contra los intentos de censura, sino un asunto muy distinto; si es posible que los medios de comunicacion contribuyan a la democracia, si es posible reformarlos con base en una nueva etica periodistica, si podemos pensar mediaciones democraticas a su ejercicio. La idea de un ombdusman para cada medio puede rediscutirse junto con la de un manual de etica para los informadores. Me parece que tomar las criticas que se le hacen a un medio de comunicacion como mera difamacion e intencion oculta de censurar, no ayuda a ente nder el verdadero problema: construir un periodismo para la democracia. .