SECCION INF. GRAL. PAG. 10 CABEZA: EL MUNDO CRISTIANO EN EL SACRIFICIO DE JESUCRISTO CREDITO: Mercedes S. de Prats. Semana Santa del mundo! Semana Santa de Roma, en Siena, en Bolonia, en Toledo, en Sevilla, en Paris, en Murcia, en Cadiz, en Malaga, en Amecameca, en Taxco, en los pueblitos perdidos en los picos de las montanas o en las resecas llanuras; que anuncia todos los anos, la cigena, con su retorno a las sutiles agujas o a las torres cuadradas de los campanarios. Semana Santa! Alegre y triste a un mismo tiempo, como los lamentos de las "saetas", que rasgan el silencio de las noches claras de Mexico y de Andalucia. Redobles de tambores destemplados, con crespones de luto, llanto de clarines de las cohortes de soldados romanos, con sus lanzas, sus espadas y sus deslumbrantes corazas, sayones, apostoles, judios, Pilatos y Judas Iscariotes. Magdalenas sollozantes y penitentes. Y todo esto, moviendose en torno de los enormes catafalcos de los "pasos", escenarios andantes, donde prodigiosas tallas en madera de imagenes sagradas, representan con el mas impresionante realismo, una escena casi viva, de la Pasion del Senor, desde la "Oracion en el huerto de Getsemani", hasta la hora del "Consumatum est", sobre la colina del Golgota, con sus tres cruces: Jesus, Dimas y Gestas, bamboleandose sobre el temblor de la tierra, que resucito a los muertos. Del tablado a ras del suelo, penden unas telas negras, festoneadas de galones de oro y plata, que cubren las manipulaciones y esfuerzos de los hombres, que llevan su pesado cometido adelante, todo a fuerza de "tientos" del vino o del mezcal o del conac. El mal ejemplo, cunde. Los cofrades, entran en los bares, al menor descuido de quien los conduce. Los mismos soldados de las legiones romanas, quebrantando su rigurosa disciplina militar, hacen lo propio. La procesion, se atasca. Hasta el amanecer, prosigue el desfile. Cuando la gloria del sol primaveral, dora las blancas ciudades, los "pasos" penetran en las cetedrales y en las iglesias. Los cofrades, con sus largas vestiduras, marchan a sus hogares. Un denso aroma de flores pisoteadas, perfuma el aire fresco de la manana. La noche del Jueves Santo, ha terminado. El milagro de la procesion, con su despliegue fabuloso de imagenes, de luces y de colores, se ha disipado como un fantastico sueno. Hasta hace unas decadas, aun se vapuleaban con disciplinas, las robustas espaldas, apareciendo ante el pasmo de las muchedumbres, como Cristo, banados en su propia sangre, centenares de hombres, apegados a una dura tradicion penitencial y ascetica. Casi todo esto, paso a la historia. Cristos con una expresion de humano dolor, tan intensa y directa, que no pueden ser mirados sin que produzcan un horror tragico, aun en el mas indiferente a los simbolos religiosos, son llevados en procesion por ciudadanos y pueblos, grandes y pequenos. Esta es la Semana Santa en la vieja Espana, vida desbordante de gracia en el sur y en Levante, tragico ascetismo en el centro y en el norte, suma del alma diversa y contradictoria de un pais, lleno de caracter y de genio creador, en las manifestaciones mas caracteristicas de su espiritu tradicional. Unicamente pueden compararse con la Semana Santa en Espana, las que se celebran en Tabasco, en Amecameca, en Siena y en Asis. Pero estas, ni tienen la grandiosidad, ni el caracter que pueden ofrecer la de cualquier pueblo de Espana, por pequeno que sea. No en balde, es Espana la tierra de los autos sacramentales y su Semana Santa, es la gigante exhibicion de un auto sacramental, en el que participan muchedumbres, como el coro de las viejas tragedias helenicas. .