\AGOSTO30\ Con su narrativa, Gonzalo Celorio recorrio con nostalgia a Mixcoac Mas como una velada literaria, el Coordinador de difusion Cultural participo en Reflexiones sobre el espacio: poetica de la arquitectura Atraido por el rico vocabulario de la arquitectura, pero renuente a las matematicas y la fisica, Gonzalo Celorio encontro su verdadera vocacion en la literatura. Desde ahi hablo de su gusto por la ensonacion de los espacios arquitectonicos. M s bien velada literaria, la intervencion del maestro Gonzalo Celorio en el ciclo Reflexiones sobre el espacio: poetica de la arquitectura, la noche del martes 24 de agosto en el auditorio de la Biblioteca Nacional fue motivo para que el escritor leyera varios de sus relatos que forman parte del libro Mis coordenadas, proximo a publicarse bajo el sello del Equilibrista. Como el escritor que tiene la capacidad de construir una catedral en una tarde, Gonzalo Celorio narro anoranzas del barrio de Mixcoac y sus personajes, retratos de su propia casa, desde los espacios y objetos mas cercanos al narrador como el escritorio y la biblioteca que paulatinamente se transformaron en un gran receptaculo bibliografico cuando los libros, como los seres vivos, nacen, crecen, se reproducen, pero no mueren. De la casa el escritor transito al barrio y a la ciudad, a sus plazas, calles, restaurantes y hasta sus "antros", sobre todo de aquellos que de acuerdo con el rigor lingistico son cuevas donde el hombre vive. Transcurrio asi la charla avanzando por los trechos del escritorio del narrador al pais mismo, guiado por la figura tutelar del filosofo frances Gaston Bachelard, aquel cientifico de origen que incursiono en la poetica del espacio. El pensador que, al recorrer los lugares sucesivos que rodean al hombre, tambien permitio al autor de Amor propio conciliar las dos vocaciones. Gonzalo Celorio evoco a Bachelard: "en la fantasia poetica las escaleras cuando conducen al sotano siempre bajan, mientras que las escaleras cuando se dirigen a la buhardilla necesariamente siempre suben, no podemos imaginar un proceso poetico en donde se suba del sotano a la planta principal"... El recorrido lirico inicio en el escritorio, objeto que determina el estilo del narrador y cuando es de cortina de madera como el de Celorio, guarda secretos, un universo que se va ordenando en sus diminutos cajones. Melancolico, entre las lineas husmeaba los cajones del escritorio de su padre muerto, no para tomar los objetos que siempre habia codiciado..."yo solo queria creer a fuerza de nostalgia, aunque fuera prematura, que pap estaba muerto en el cuarto de a lado"... Hablo despues de la biblioteca, espacio apacible a pesar del vigor potencial de los libros discretos que gravitan siempre de espaldas, y del gusto ferroviario de su casa, imagen misma de la aventura y del movimiento, en invierno como Villaurrutia y en verano como Pellicer. Describio su jardin de dos estaciones que goza de una gran puntualidad de calendario enfatizada por una glicina -enredadera poco comun, de origen mediterraneo- que se queda sin una sola hoja en invierno y un dia, casi sin previo aviso, empieza a florecer. Luego fue a la terraza, ese espacio intermedio de la casa, ni abierto ni cerrado, lugar propicio para la siesta, para el cafe vespertino y la lectura. Mas tarde elogio la arquitectura de Carlos Mijares, "el artista que procede como un escultor, no construye espacios, sino que pone limites al paisaje". Gonzalo Celorio salio con su narrativa al barrio de Mixcoac, recorrio con nostalgia las casonas viejas que han desaparecido de la ciudad y reflexiono sobre el empeno modernizante de la arquitectura. "Mueren las casas porque en este pais padecemos de una afeccion amnesica, no tenemos donde recargar la memoria de la infancia, del recuerdo amoroso, nos quitan las calles, las plazas, los edificios, el barrio muere cotidianamente. "Los habitantes desaparecen de una manera paralela, no porque los oficios de los personajes del barrio de Mixcoac empiecen a perderse como el zapatero remendon, sino porque muchos de estos seres han encontrado realmente en la muerte un modus vivendi, me refiero al tragafuego." Seguro de que es imposible hablar de arquitectura y de urbanismo si no se hace referencia al habitante de la casa y los barrios, Gonzalo Celorio leyo el resto de la sesion estampas urbanas; solo tuvo que abrir la ventana de su casa para describir el mercado y sus personajes, con cierta nostalgia por donde se colaba un gran sentido del humor. Estela Alcantara Mercado 09/02/9309/02/93 .