Los sucesos del 87-88 provocaron una mutaci¢n en el sistema pol¡tico El PRI ha cambiado su vestimenta por una empresarial, afirm¢ el doctor Francisco L¢pez C mara El candidato a la presidencia por el partido oficial puede ser cualquiera, ya que el PRI ha cambiado de ropaje; ahora lo m s importante son los cambios de estructura y quienes realmente manejan la pol¡tica en todos los sentidos de nuestro pa¡s". As¡ lo se¤al¢ el doctor Francisco L¢pez C mara, profesor de la Facultad de Ciencias Pol¡ticas y Sociales (FCPyS), durante la conferencia magistral La mutaci¢n del sistema pol¡tico mexicano, efectuada recientemente en las instalaciones de esta facultad. Asimismo, el profesor e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, agreg¢ que despu‚s de 1988 el sistema hasta entonces vigente sufri¢ un gran deterioro provocando visibles cambios en su pol¡tica. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), afirm¢ L¢pez C mara, no cay¢, pero s¡ cambi¢ su vestimenta por una empresarial, por lo que este grupo ya no resulta peligroso, pues ya es parte del sistema. "Este v¡nculo encuentra su m xima expresi¢n en la famosa "cena de la charola", en donde a los 30 hombres m s ricos del pa¡s se les sugiri¢ la conveniencia de ayudar al partido con cantidades estratosf‚ricas". Al referirse a los sucesos pol¡ticos de nuestro pa¡s en los a¤os de 1987 y 1988, el doctor L¢pez C mara asever¢ que existen bases para pensar que en esa ‚poca hubo una mutaci¢n en el sistema pol¡tico: se viv¡a un constante ambiente de peligro en todos los sectores de la poblaci¢n, pero al mismo tiempo hab¡a una enorme esperanza de cambio. En 1987 M‚xico era un pa¡s desplomado, dentro de un conflicto econ¢mico colosal y un ambiente de derrota, desesperanza y pesimismo. Ese fen¢meno, se fue gestando desde la crisis financiera de 1982 y se extendi¢ en 1983 con la etapa de la austeridad, gracias al neoliberalismo que impuso el Fondo Monetario Internacional. Esa situaci¢n de angustia y enojo en contra del sistema, agravado por los terremotos de 1985, dio como resultado el empobrecimiento de la clase media y el aplastamiento del sector obrero, origin ndose la econom¡a informal, por lo que la d‚cada que se hab¡a denominado del desarrollo y crecimiento pas¢ a ser la d‚cada perdida. L¢pez C mara manifest¢ que "este ambiente de tensi¢n se combin¢ con una posibilidad pol¡tica: las elecciones federales de 1988. Las diferentes corrientes ideol¢gicas fueron cediendo para participar en los comicios y cambiar el sistema electoral mediante la confianza en el voto, y as¡ transformar las pol¡ticas neoliberales, sobre todo la referente a la estructuraci¢n financiera, que era la m s gravosa. Puntualiz¢ que fue en 1987 cuando se origin¢ una querella a ra¡z de la formaci¢n de la llamada corriente democr tica dentro del mismo PRI; los ataques al peque¤o grupo no se hicieron esperar y la querella creci¢, por lo que en poco tiempo el grupo democr tico se encontr¢ con una propaganda gratuita promovida por el presidente de la Rep£blica. De ser un grupo selecto y reducido, la "corriente democr tica" se convirti¢ en un globo de oposici¢n y cr¡tica a£n dentro del mismo partido. Al inicio, el grupo se propon¡a cosas tan simples como la modificaci¢n del sistema de designaci¢n del candidato presidencial, para evitar de manera institucional el"dedazo" y el "tapadismo", adem s de programar una serie de actividades que asust¢ al gobierno. Desde ese trasfondo estructural, continu¢ L¢pez C mara, el problema del sector obrero tambi‚n sali¢ a relucir ya que ‚ste ha sido durante mucho tiempo el elemento vertebral de todo el corporativismo pol¡tico en M‚xico, al grado de tener un enorme poder. En 1988 el sector obrero sindicalizado estaba descontento porque la pol¡tica neoliberal de los a¤os anteriores se hab¡a caracterizado por antilaboral y antisindicalista. Cuando Miguel de la Madrid lleg¢ al poder en diciembre de 1982 el pa¡s se encontraba pr cticamente deshecho, en gran parte debido a las recientes devaluaciones monetarias y la estatizaci¢n de la banca, lo que molest¢ al sector empresarial. Ante esta situaci¢n, agreg¢ L¢pez C mara, De la Madrid tuvo que restablecer la armon¡a para satisfacer a los empresarios: indemniz¢ a los banqueros asociados gran parte de lo que hab¡a sido nacionalizado, vendi¢ acciones de los bancos del Estado, les asegur¢ una serie de ventajas como la creaci¢n de las casas de bolsa, las casas de cambio y les asegur¢ que no subir¡an los salarios. No conformes con eso, los empresarios exig¡an una limitaci¢n al papel que hab¡an jugado siempre los grandes l¡deres obreros, por lo que la pol¡tica laboral, que se inici¢ en 1983 y termin¢ en 1987, hab¡a deteriorado el poder de las mafias sindicales que protestaban por los bajos salarios y la pobreza del pa¡s. Al avecinarse las elecciones la c£pula sindical tom¢ nuevos br¡os y se empez¢ a preparar para cobrar sus cuotas de poder. La devaluaci¢n del peso mexicano, en noviembre de 1987, provoc¢ descontento general, lo que repentinamente se solucion¢ con la firma del Pacto de Solidaridad Econ¢mica el 15 de diciembre del mismo a¤o. El pacto establec¡a entre otras cosas un aumento descomunal en los bienes y servicios del gobierno, e iniciamos el 88 en una situaci¢n que no pod¡a asegurar nada en favor del partido oficial, por lo que se vaticinaba el triunfo del neocardenismo y el crecimiento del PAN. Sin embargo, precis¢ L¢pez C mara, el crecimiento de la corriente cardenista, lejos de facilitar la debilidad del PRI, lo que se hizo fue evitar el crecimiento del Partido Acci¢n Nacional, cre ndose con ello condiciones particulares para el verdadero cambio pol¡tico. El mismo d¡a de las elecciones se descompusieron las computadoras que registraban los votos, y no s¢lo eso, sino que hubieron cifras err ticas, acusaciones de fraude, argumentos fantasiosos, etc‚tera. Todo ello para revelar que las elecciones no se pudieron controlar. Lo m s grave del asunto, aclar¢, fue que al integrarse el colegio electoral de la C mara de Diputados (a pesar de la negociaci¢n de decisiones) la hegemon¡a del PRI se redujo a s¢lo 20 votos, por lo que los diputados de la CTM tuvieron que apoyar al partido para que no cayera y fue entonces que el sector obrero sindicalizado recobr¢ su poder. Finalmente, L¢pez C mara se¤al¢ que el panorama antes citado lleva a la conclusi¢n de que se hab¡a iniciado un proceso de transformaciones y cambios, quiz  no muy perceptibles de inmediato; hay que esperar todav¡a para saber si esto puede calificarse como un proceso de mutaci¢n. CREDITO = Esther Romero G¢mez .