Conferencia magistral CABEZA En breve habr  transmisiones de radio en idioma n huatl: Miguel L. Portilla SUMARIO El autor de La visi¢n de los vencidos dijo que existen en nuestro pa¡s un mill¢n y medio de hablantes de esa lengua CAPIT El mundo n huatl a£n es un universo por descubrir. Existen infinidad de textos y c¢dices n huatls que no se han traducido. Hay una riqueza enorme por rescatar en la estil¡stica, las met foras y en argumentos de infinidad de textos. Al dictar su conferencia magistral Una oraci¢n a Tezcatlipoca. An lisis de un huehuehtlahtolli, enmarcada dentro del ciclo de c tedras extrordinarias Maestros del exilio espa¤ol, el doctor Miguel Le¢n Portilla, del Instituto de Investigaciones Hist¢ricas, dijo que el conocimiento de los textos antiguos ha permitido encontrar lugares hist¢ricos, y reiter¢ que existe un mundo enorme por trabajar en n huatl, que es una lengua muy rica. En su charla, organizada por la Facultad de Filosof¡a y Letras (FFyL), el autor de Visi¢n de los vencidos sostuvo que hay un mill¢n y medio de hablantes de n huatl. Incluso pr¢ximamente habr  transmisiones de radio en n huatl, que es una lengua viva. Luego de leer una de tantas oraciones a Tezcatlipoca -el dios supremo- que versaba sobre el castigo, la enfermedad y la muerte, pero tambi‚n sobre el canto de la esperanza, el doctor Le¢n Portilla a¤adi¢ que todos tenemos v¡nculos con lo n huatl, por haber sido la lengua franca en la ‚poca prehisp nica y gran parte de la colonial. Mesoam‚rica fue una tierra de libros y letras. Ten¡a sus escrituras, la m s conocida es la de los mayas, que se expresaba con base en glifos, que representan palabras enteras, s¡labas y los tiempos verbales. En el caso del n huatl, no fue as¡. Sin embargo, las escrituras n huatl y maya ten¡an muchas semejanzas, en muchos aspectos eran iguales, porque estaban llenas de signos ideogr ficos. M s adelante, en las escuelas sacerdotales, con algunos indicadores, se hac¡an adaptaciones orales para reactualizar lo que hab¡a en el papel de acuerdo con las condiciones imperantes. La oralidad estaba anclada en los libros y se hac¡an adaptaciones. Eran textos sagrados, pero que se iban modificando poco a poco, concluy¢. .